Odio el invierno y las fiestas navideñas. No es que no me guste estar de vacaciones, lo que no aguanto es tener que ir envuelta en mil capas, cual cebolla, y además soportar durante más de un mes que nos bombardeen con las campañas de navidad, los adornos navideños y la batería infinita de comidas y cenas de navidad.
Detesto el frenesí, mal llamado espíritu navideño, que se apodera de todos durante las fiestas y que, al menos a mi, me lleva a sentirme como un hamster atrapado en una rueda infernal que me hace añorar volver a mi vida normal.
Desde que soy grande he intentado evitar estos estímulos y, siempre que mi presupuesto me lo permite, tomo un avión y me marcho a un lugar bañado por las olas del mar donde la temperatura sea lo suficientemente alta como para evitar encontrarme a un Santa Claus enfundado en un traje de terciopelo. Sin embargo, no siempre me salgo con la mía así que he desarrollado un plan para sobrevivir:
Haz yoga y medita en las fiestas navideñas
Como yo lo veo es justo al contrario, durante este período vacacional es cuando más tiempo tienes que dedicar al yoga por diversas razones:
1. El yoga te ayuda a digerir las bacanales navideñas y a eliminar las toxinas producidas por esos excesos
Estos días tan señalados siempre vienen acompañados de comida y de bebida en abundancia. No te dejes enredar en la locura de las fiestas navideñas. Señala en tu agenda un momento del día para practicar yoga, incluso intenta liar a algún amigo. Anímate pensando que una práctica corta es mejor que nada.
Para ayudar a tu sistema circulatorio y digestivo haz unas series de Surya Namaskar y añade alguna torsión. Esto ayuda especialmente a comprimir los órganos y exprimir la sangre llena de toxinas. Cuando deshaces el giro la sangre limpia y oxigenada los riega de nuevo.
No sólo te sentirás mejor y más saludable durante las celebraciones sino que disfrutarás más de las actividades que planees durante ellas. Incluso te verás fabuloso enfundado en ese jersey navideño que tu suegra te regaló con todo el cariño.
2. Libera estrés
¿Tienes que comer en casa de tus suegros? ¿No aguantas al cuñado gracioso o a la cuñada perfecta? ¿Tienes la cena de empresa y se te sientan a la jefa de personal al lado? Peor aún, es la reunión de ex-compañeros del instituto y te preguntas porqué narices aceptastes la invitación de FB cuando llevas más de 20 años sin saber nada de esta gente.
Take it easy! Haz un ejercicio de pranayana sencillo como la respiración alterna antes de salir de casa. Si no puedes, haz una meditación caminando con música de yoga en el móvil, con los cascos. Cuando llegues al punto de encuentro podrás sobrevolar cualquier reproche, sandez o comentario maligno que llegue a tus oídos.
3. Te ancla al presente
Aprovecha antes de que salir de fiesta o de recibir a tus invitados en casa para hacer una meditación exprés. Con los ojos cerrados, céntrate en tu respiración, en el sonido del aire entrando y saliendo de tu cuerpo. Cada vez que el recuerdo de un ser querido venga a tu mente no luches contra él. Recuerda lo mejor que de esa persona hay en ti. De esa manera sigue presente entre nosotros. Es el mejor tributo a su memoria.
Come con el estómago no con los ojos
Come y bebe con moderación. Suena fácil, ¿verdad? Viniendo de una familia en que todo se celebra alrededor de la comida sé lo difícil que es.
- Aprende a decir no
- Aprende a decir que sí. No te machaques si rompes tu dieta vegana o vegetariana.
- A ser posible sírvete tú. A mi madre yo no la dejo nunca que me llene el plato.
- Raciona el alcohol pero si se te va la mano, bebe toda el agua que puedas. Al menos no te deshidratarás y ayudarás a tus riñones a filtrar.
- Reduce el consumo de dulces. Pregúntate si realmente te apetecía ese último mazapán que ahora pugna por subir por tu gaznate después de tomarte el primer cubata de la noche.
- Alterna comidas. Después de una comilona haz comida de hospital. Tu estómago necesita un respiro.
Compra los regalos navideños por internet
Si algo bueno tiene el siglo 21 es el poder ahorrarte el estrés de las compras navideñas. Puedes hacerlas mucho antes de las fiestas, ahorrarte el tiempo de ir al centro comercial o el tener que luchar por una plaza de aparcamiento.
Con ese tiempo que te ahorras te puedes mimar: ve tu peli favorita, date un baño con esas sales que te regaló el amigo invisible y que nunca has sabido bien para que eran, lee el libro que te lleva llamando desde la estantería desde hace mucho tiempo a juzgar por el polvo que acumulan sus tapas, duerme o haz una pequeña meditación. Este es un tiempo precioso para recargarte.